miércoles, 1 de abril de 2009

Traducción humana vs. traducción automática.

morguefile.com


La polémica habitual desde hace unos años en el campo de la traducción. ¿Sustituirán las máquinas a los traductores de carne y hueso?


No vengo a añadir nada que no se haya hablado antes, simplemente una reflexión para todos aquellos que todavia piensen que traducir es poco más que volver a escribir lo mismo pero en otro idioma.

Traducir es más que simplemente escribir en otro idioma, más que simplemente consultar unos cuantos términos en el diccionario, o en internet.

A nivel lingüístico, es necesario tener unos conocimientos de gramática, de sintaxis, etc. Además, hay que tener en cuenta la terminología técnica de cada sector: un satélite no es lo mismo en el sector de la astronáutica que en el sector de la maquinaria de limpieza industrial, por ejemplo.

A otros niveles, es esencial para un traductor tener un importante bagaje cultural, ya que el conocimiento de las costumbres, cultura, etc. relacionadas tanto con la lengua meta como con la lengua de origen son de gran importancia a la hora de trasladar el mensaje de un idioma a otro con la precisión adecuada.

Dicho esto, resultará lógico pensar que una máquina no está dotada de las habilidades necesarias para distinguir entre contextos y ambigüedades, por extensa que sea la base de datos que alimente su potencial.

Para ilustrar esto (no para subrayar los errores del software, que considero muy efectivo, dentro de sus limitaciones), he ido al Traductor Google.


He introducido la siguiente oración en inglés, para obtener resultados en español y en gallego:


"Translation costs will add up to a total amount of 100"


En gallego: "Traducción custos ha engadir ata un diñeiro total de 100."

En castellano: "Los costes de traducción se añaden a un total de 100."

Como vemos, la traducción de inglés a español ha sido bastante precisa y correcta, mientras que el resultado de la traducción al gallego deja mucho que desear: el orden sintáctico, para empezar.


Otra prueba, esta vez del castellano al inglés:


"Las cotizaciones bancarias sufren cambios diarios" ha dado como resultado la siguiente oración en inglés: "Prices changed daily banking". Como vemos, la traducción en este caso cambia totalmente el mensaje: "Los precios cambiaron la banca diaria". Nada que ver.

Ver ese tipo de incorrecciones, distinguir entre las ambigüedades que puede presentar un texto, son parte del trabajo que un traductor realiza inconscientemente y que el software está muy lejos de conseguir, al menos de momento. Bien es cierto que en ciertos pares de lenguas, sobre todo si son similares, el porcentaje de correccion es sorprendente, pero en lenguas cuya sintaxis presenta diferencias notables los resultados son a veces totalmente ininteligibles.

Y es precisamente este tipo de cosas lo que cuesta explicar a un cliente cuando te dice que contratar tus servicios es muy caro, y que cualquiera puede hacerlo con un traductor online. Es difícil explicar que un software no distingue de diferencias sociales, culturales o religiosas, que no tiene en cuenta la categoría gramatical de algunas palabras, etc. Al cliente no le interesa eso: lo que le interesa es obtener el máximo resultado con la mínima inversión posible.

La teoría es que sería ideal educar al cliente en la importancia de priorizar calidad sobre coste, pero es algo difícil de llevar a cabo, especialmente en un momento como el que vivimos. Aún así, habrá que seguir intentándolo.

En más de una ocasión la gerencia de una empresa ha contestado con un "Los traductores te cobran mucho por algo que se puede hacer con google. Con un poco de tiempo, lo hago yo mismo." ¿Cómo afrontáis esta actitud? ¿Tenéis alguna historia de "conversión" de este perfil de cliente a las bondades de la traducción profesional de calidad?




No hay comentarios:

Publicar un comentario